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Sanación Evolutiva

Las diversas especies marchan evolutivamente a su propio ritmo, y ciertos individuos (dentro de la especie), van marcando la diferencia que ayuda a la especie a acelerar el proceso evolutivo del conjunto. Pero cada ser vivo sin excepción, está involucrado, quiera o no quiera, en el sistema llamado evolución.

La evolución misma, no está ligada totalmente al desarrollo económico o tecnológico, ni tampoco a la educación. Es un proceso individual que tiene su razón en la construcción energética que compone cada esencia.

El diseño maravilloso que compone la vida, tiene un objetivo magnífico, en donde todas las unidades de vida, tienen el mismo potencial impulsor de la energía.

Lo queramos o no, somos agentes activos en el desarrollo del cosmos y nadie puede escapar de dicha tarea.

La información errónea que manejamos, nos ha alejado del creador. 

Está información distorsionada y manipulada a través del tiempo, ha puesto detrás de un velo, la razón primera y última de nuestro existir.

Cuesta comprender que el devenir que llevamos en este plano, ni siquiera es físico. Nada hay que podamos realizar como especie, que no tenga relación con una forma de vibrar.

Antes de la acción y a través de la acción, solo suceden vibraciones. Nada manifestamos sino a ellas, y la escasa y nula comprensión de esta verdad, nos convierte en zombis errantes, ignorantes de la magnificencia que significa SER parte del creador.

Pocos se preguntan ¿cómo es posible existir fuera de él? ¿Cómo es posible la locura de individualizarlo, separarlo, alejarlo y asignar perfiles y múltiples personalidades humanizadas, con inconcebibles emociones distantes de la esencia del amor?

El diseño perfecto de la vida, no se puede comprender desde nuestro cerebro, ni menos, a través de nuestros sentidos. Tampoco es posible intentar hacerlo calzar, con nuestros escuálidos deseos.

La nimiedad de nuestras grandes emociones, palidecen ante el inmenso e infinito potencial que se alberga dentro de nosotros.

El amor como fuente de lo que somos, es también el camino de vuelta a casa.

Pero en la paz de nuestros sentidos, yace la esperanza de salvarnos y salvar a nuestro planeta.

Debemos comprender que en este plano no se camina con los pies, sino, con lo más excelso de nuestro sentir. Que no es lo que se ve en nosotros, lo que nos hace mejores o nos dignifica, sino, lo que vibra entre la paz y el amor en nuestro ser.

Autor: Guillermo Delgado.

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